¡Hola! Como ya os adelantaba en Twitter hace unos días, hoy os traigo la reseña de un libro que me encantó. Se trata de Del amor y otras pandemias.
Bienvenidos
al confinamiento de David y Lara: una historia de amor en cien sencillos
desastres.
El primer desastre fue una
pandemia mundial.
El segundo, un decreto de
alerta.
¿El tercero? Que Lara y David
deberán compartir piso a pesar de un simple hecho incontestable: se odian
profundamente.
A partir de ahí, las catástrofes no dejarán de sucederse, y los gatos nudistas, el yoga acrobático y los sentimientos inoportunos solo serán el principio.
¿El desastre definitivo? David y Lara han olvidado que el amor es el virus más infeccioso y la curva de contagio no para de crecer...
Sí, en el libro se menciona una pandemia. No, en el libro no hablan de pandemias. En esta historia se habla de dos personas que deben pasar el confinamiento juntas. Dos personas que se odian. Vamos, que la paz no está asegurada.
La historia comienza cuando David recibe una llamada en la que le dicen que
tiene que compartir piso con Lara, lo cual le supone un problema terrible.
No es que no se lleven bien y ya. ES QUE NO SE SOPORTAN.
Para darle más emoción al tema, David y Lara son todo lo contrario el uno
respecto al otro: David es orden, Lara es caos. David es un pijo con todas las
letras, y a Lara le importa poco lo que piensen de ella, de su pelo lila o de
su ropa de colores chillones.
Ambos se conocen desde que eran unos críos, y nunca se han llevado bien. Pero nunca, nunca. Cuando
la vida los separa, piensan que no se van a volver a ver. Pero, de
repente, están compartiendo casa, comida y gato. (Sí, gato). Y pueden pasar dos
cosas: O se tiran el mobiliario a la cabeza, o...
Pese a que se trata un tema con el que a día de hoy seguimos conviviendo, este
libro te hace desconectar de ello. Porque, sí, están atravesando la misma
situación por la que pasamos hace poco más de un año, pero su historia es tan
inmersiva que eso pasa a un segundo plano por completo, y con lo que te quedas
durante esta lectura es con el par de personajazos que son David y Lara.
Al principio, no soportaba a David. Sí, lo digo. Me daban ganas de meterme en el propio libro y darle un par de collejas. Pero después, según la confianza aumenta y se va abriendo, se conoce a un David que casi nadie pensaría que existe. La evolución que tiene es maravillosa, es una de las que más me han gustado en mucho tiempo. Lara, por su parte, me gustó desde el principio: es directa, hace lo que quiere y siente y no da explicaciones. Sinceramente, la adoro.
Lo que más me ha gustado del libro, es sin duda la tensión entre los dos. Esos
piques continuos, la tensión que va aumentando hasta que no puede ir a más y el
ver cómo el odio se va diluyendo para convertirse en otra cosa.
El libro apenas me duró dos días, y al terminarlo me quedé con muy buen sabor de boca. Me reí mucho con todo lo que le ocurría a David, con lo exagerado que es y con el hecho de que tenga respuestas PARA TODO. Es la primera vez que leo a Myriam, pero sé que voy a hacerlo más veces por la facilidad que tiene de atrapar con su forma de escribir.
Es una historia tan ligera que se pasa volando, pero yo habría leído perfectamente otras 200. Y no porque el libro se quede corto, no. Sino porque Lara y David son taaaaan maravillosos que podría leer una escena suya limpiando el baño y me encantaría igual. (Myriam, si estás leyendo esto, haznos ese regalo, porfi).
El libro no solo es bonito en cuanto a su historia, sino que viene con ilustraciones maravillosas en el interior, realizadas por Yolanda Paños.
Además, Myriam nos regaló hace muy poquito una historia corta genial, llamada Sin distancia de seguridad y que trata sobre David, Lara, y todos sus amigos. Muy cortita pero tan divertida que prácticamente te la bebes. La podéis leer si vais a su perfil de Twitter, el cual os dejo aquí.
Si queréis una historia ligera, que os haga desconectar y reír mucho, ¡este es vuestro libro!
«No
me sorprende ver que Lara me ha arrebatado, además de la independencia y el
colchón viscoelástico, mi taza favorita. Pero no por ello duele menos. La veo
vertiendo en ella un café igual de negro que su alma, que empieza a beberse sin
echarle leche condensada ni azúcar.»
Nos vemos en la próxima reseña ♥
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